jueves, 20 de octubre de 2011

La bomba pelagiana

Yo le creí; y claramente veo
lo que había en su fe, como tu ves
en la contradicción lo falso y cierto.

Esto es un tema difícil. Tan difícil que de verdad pido ayuda al que pueda hacérmelo comprender mejor o con otro punto de vista. Desde la fidelidad al Santo Padre y a la Iglesia no puedo menos de decir lo que viene a continuación. Todo ello con la mejor de las intenciones y con ánimo de intentar comprender el magisterio del Papa y del Concilio en este punto que merecerá otras entradas. A la vez dejar constancia de como se puede orientar la acción pastoral de la Iglesia con una determinada teología a pesar de los riesgos que esta entraña para la fe de los creyentes sin necesidad de caer en la herejía. Mejor que un alto discurso de antropología teológica, un ejemplo vale más que mil palabras para introducirnos al asunto:


¿Como se concilian estas expresiones?

Audiencia del Papa de 27 de Octubre de 2007:
Es evidente que el testimonio personal del predicador y la ejemplaridad de la comunidad cristiana condicionan la eficacia de la predicación.

En definitiva, el verdadero discípulo es el que anuncia el Evangelio de la manera más creíble y eficaz. 

Carta Apostólica Porta Fidei:

El apóstol Pablo nos ayuda a entrar dentro de esta realidad cuando escribe: «con el corazón se cree y con los labios se profesa» (cf. Rm 10, 10). El corazón indica que el primer acto con el que se llega a la fe es don de Dios y acción de la gracia que actúa y transforma a la persona hasta en lo más íntimo.
San Lucas enseña que el conocimiento de los contenidos que se han de creer no es suficiente si después el corazón, auténtico sagrario de la persona, no está abierto por la gracia que permite tener ojos para mirar en profundidad y comprender que lo que se ha anunciado es la Palabra de Dios.

Mientras lo intentan, les ruego que piensen en las mismas y la respuesta que van a dar y sus implicaciones. A la contradicción latente en esas expresiones (y sin duda solucionable según algún modo en la mente de Benedicto XVI)- es lo que llamo, la bomba pelagiana. Un potente explosivo que no tiene su origen en una originalidad de nuestro querido Pontífice,  sino que está presente en toda la Iglesia desde el Concilio Vaticano II como teología que permea la acción pastoral. Una bomba que de no ser desactivada acabará por convertir a la Iglesia  en una secta pelagiana revestida, eso sí, con una hermosa antropología teológica.

Aviso a los navegantes. Tener una bomba en la mano no significa que uno esté muerto por tomarla y usarla, pero sí que hay un gran peligro de que estalle allí donde la llevemos. Ojo, no digo que el Papa convertirá a la Iglesia en una secta pelagiana, sino que lo hará el estallido de la bomba al ser tomada por personas de menos formación. Es más un tema de orden prudencial o una mala concepción pastoral con origen en un concilio que un pecado contra la fe.

Filosóficamente hablando da de lado a toda la discusión moderna sobre la libertad. Simplemente no toma en cuenta ese oscurecimiento de la libertad del cual la psicología y la sociología nos informan en el momento presente de una manera tan preocupante. Consecuentemente se cierra a la situación de hecho del hombre cuya libertad solo entra en vigor a través de un marco de factores que la limitan. Teológicamente hablando, deja de lado todo el conjunto de problemas que Lutero, con parcialidad polémica, juntó en el término "servum arbitrium". Todo el texto apenas da una pista de la discordia que corre con el hombre y que tan dramáticamente está descrita en Romanos 7, 13-25. Aún cae en una terminología francamente pelagiana cuando habla del hombre: "sese ab omni passionum captivitate liberans fienm suum persequitur et apta subsidia...procurat".

Por eso digo que debe tener algún modo en su mente de teólogo de salvar esa contradicción. Mientras tanto los efectos prácticos en aquellos que no lo tienen, son devastadores. Para empezar a muchos los ha llevado al camino del cisma pensando que el Papa (y en el fondo el Concilio y lo que sigue) es hereje en este punto, mientras otros dudan de su capacidad teológica y otros lo ponen -acríticamente- como el mejor teólogo de la historia moderna. En el obrar de la Iglesia hemos asistido a la pérdida total de la sacralidad y del misterio de Dios en aras del culto del hombre y sus esfuerzos por una sociedad más acorde a su dignidad, mientras la piedad personal ha quedado relegada a grupos aislados, ya sea dentro o fuera de la disciplina eclesiástica. Yo, como simple fiel, quiero saber donde está la solución a esa contradicción que condiciona la eficacia de la predicación a la obra del predicador y a la vez dice que la gracia es la que lleva al acto de fe con plena independencia anterior y posterior a la obra del predicador.

M.D.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

"En definitiva, el verdadero discípulo es el que anuncia el Evangelio de la manera más creíble y eficaz."

Cristo predicó la cruz (necedad para los gentiles y escándalo para los judíos) y encima dijo que el que quisiera seguirle tomara la suya propia y le siguiera. Al final su eficacia "humana" fue acabar ejecutado de una manera cruel y terrible y abandonado de sus discípulos y con la cabeza de ellos negándole en público.

Obviamente la eficacia de la humanidad de Cristo no se entiende así de simple sin la condición divina que envía al Espíritu Santo.

Eagleheart dijo...

¿La Gracia que obra en la persona, que siendo cada vez más Cristificada, muestra a Cristo mismo, y así al no cristiano se le muestra como una Gracia actual externa?

No sé, algo que se me acaba de ocurrir mientras recordaba lo que he leído del P. Royo Marín (Teología de la Perfección Cristiana), así que si dije algo herético, fue sin querer.

Salu2. Paz y Bien.

Miles Dei dijo...

No, Eagle, no es herético la existencia de gracias externas. Es más, existe un nexo entre las gracias externas y las internas querido por Dios El problema se presenta cuando se confunde la esencia del acto sobrenatural, que sólo puede ser producido propiamente por la gracia interna y se altera la comprensión de ese nexo contra el dogma. A día de hoy tal nexo no está teológicamente resuelto más allá de afirmar su existencia.

Precisamente la bomba pelagiana se basa sobre una presentación deficiente de dicho nexo por la que se da a entender que es el acto externo de gracia el que eleva y capacita sobrenaturalmente al hombre causando el interno. Pero eso es algo que sólo puede ser producido por la gracia interna actuando sobre las potencias del alma, por lo que entramos en una contradicción. De ahí la contradicción de afirmar que la eficacia de la predicación o el acto interno de gracia en el sujeto que recibe esa gracia interna, depende de la eficacia de algo que no es interno al sujeto. Si se da a entender una ilación causal estamos al borde del abismo en un callejón sin más salida que el luteranismo o el pelagianismo (no otra cosa fue la controversia De Auxiliis).

Pero de eso más adelante cuando expongamos la circuitería de la bomba pelagiana.

Miles Dei dijo...

El catalizador de esta bomba, es la inversión antropológica de la teología. Tal conversión del tratado de Dios (creador, elevador, sanador, redentor, etc)en el mero estudio antropológico de un hombre ordenado a Dios ya internamente desde su misma creación y alterado por el pecado ha establecido por principio la confusión de los órdenes causales que da lugar a la contradicción en ese nexo entre gracias externas e internas.

Un ejemplo en estas sentencias es la afirmación sobre quien es el mejor discípulo, que ya no resulta en el más amado por Dios y que ha recibido más gracia en el misterio de su predestinación de modo que fructifica en obras internas y externas, sino que es el hombre que más ha hecho interna y externamente de modo eficaz.

Eagleheart dijo...

Ya me queda más claro el asunto. Sobre esto:

"Un ejemplo en estas sentencias es la afirmación sobre quien es el mejor discípulo, que ya no resulta en el más amado por Dios y que ha recibido más gracia en el misterio de su predestinación de modo que fructifica en obras internas y externas, sino que es el hombre que más ha hecho interna y externamente de modo eficaz"

Pues recuerdo otra parte del citado libro donde habla precisamente entre el obrar interno y la Salvación de uno mismo, que jamás debe ser descuidada ni en pos de una labor externa de apostolado. No, mayor bien le hará a la Iglesia el que se esfuerce por ser más virtuoso y más santo. Y aquí, como has dicho, el mejor y más amado es porque ha recibido mayores Gracias.

Salu2. Paz y Bien.

Miles Dei dijo...

Pero hay que tener en cuenta que también en la obra de la santificación se puede caer en el mismo defecto de poner la fuerza en lo eficaz de la misma. Dios ha querido que la economía de la salvación sea sacramental, por eso la obra interna y externa se ha de contruir sobre los sacramentos: signos externos y eficaces de la gracia interna con el poder de santificarnos. Causas intrumentales de la gracia que la producen y en los que se nos pide la buena disposición para recibirlos con fruto. Salirse de esa economía querida por Dios es arriesgarse a no tener eficacia alguna en la vida interior. De nuevo la inversión antropológica jugó su papel convirtiendo al sacramento en causa intrumental de la acción del hombre para producir santificación en lugar de una causa instrumental de la acción de Dios que producen la gracia capaz de santificar al hombre. Por el otro desvirtuó la misma noción de sacramento hasta hacer de todo un sacramento, ya que se confunde la gracia interna y la externa.

Eagleheart dijo...

"Dios ha querido que la economía de la salvación sea sacramental, por eso la obra interna y externa se ha de contruir sobre los sacramentos: signos externos y eficaces de la gracia interna con el poder de santificarnos".

Sí, trataré de no obviarlo en lo sucesivo, pues de los Sacramentos y la oración recibimos ordinariamente la Gracia, el fruto vendrá del obrar de Dios y de cómo no resistamos a su Gracia. Siempre es bueno recordarlo y dejarlo bien en claro.

Salu2. Paz y Bien.