martes, 25 de octubre de 2011

Vade Satanas scriptum est...

Si otras cosas os grita la codicia, 
¡sed hombres, y no ovejas insensatas,
para que no se burlen los judíos!

Acontecimientos intensos estos días previos a Asís. El tictac de la bomba no sólo se ha acelerado con el comunicado de los obispos españoles ante las elecciones en el que obvian a conciencia que la Ley Natural fue muy convenientemente revelada por Dios dada la condición humana, sino con la polémica suscitada por las declaraciones del presidente de la Pontificia Academia para la Vida ahondando en el mismo punto crucial de que la Iglesia no está para decir que está bien y que está mal y desarrollando elementos poco claros y peligrosos de la moral sexual consecuente con la inversión antropológica que hace de la técnica el sustituto de la gracia. Como puntilla final tenemos la  petición de una autoridad pública única mundial que emana de un dicasterio de la Santa Sede. No, no puede pasar por alto que es además secundando el poder mammonario de los bancos centrales. Demasiadas cosas para meditar. Demasiadas cosas que inciden sobre lo teologal de la fe poniendo al día dos mil años de contenidos que parecen dilapidarse en unos lustros y alterar el orden de las cosas. ¿Pero creen que esto no estaba previsto?

Siempre he tenido la convicción teologal de que el cuerpo místico de Cristo que es la Iglesia y la vida humana de Cristo no son cosas aisladas. Hay un nexo -llámenlo providencial, figurativo, típico o como deseen- entre las acciones de Jesús en su vida y las acciones de la Iglesia, que es su cuerpo extendido en la historia en comunión mística, de bienes. 

El Catecismo de la Iglesia Católica tiene su mérito en la parte que habla de la "Prueba Final de la Iglesia". Difícilmente se puede resumir más una cuestión tan delicada en tres sencillos puntos (675, 676 y 677). En uno de ellos se afirma algo del nexxo al que me he referido anteriormente: "La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección (cf. Ap 19, 1-9)." Es obvio que se está reconociendo el nexo por el que la Iglesia sigue los pasos de su Señor en su vida, que vendría a ser figura típica de la vida de la Iglesia en el mundo.

Al hilo de todos estos sucesos, quiero participar un nexo que puede verse en las tentaciones de Cristo. No quiero hacer la obligada alusión a Dostoievsky porque parte de un presupuesto falso. Pero sí quiero recalcar que en el nexo mesiánico y tal como era entendido literalmente por los judíos de ese tiempo hay un elemento que nos induce a pensar que las tentaciones han de repetirse en la vida de la Iglesia antes de la Pascua definitiva..
 “Ya en tiempos de los profetas existía la tradición según la cual el tiempo de la restauración de Israel, los tiempos mesiánicos, se verán precedidos de un período más o menos largo en el que se repitan las experiencias del pueblo de Dios en su peregrinación por el desierto antes de entrar en la tierra prometida. Pero, sobre todo, esta corriente de ideas penetraba íntimamente la conciencia del judaísmo contemporáneo de Jesús. Estaban convencidos de que el Mesías había de venir del desierto y que inauguraría la era mesiánica repitiendo la fenomenología del desierto” (Comentario de los Padres dominicos de Salamanca a la Biblia Nacar-Colunga)

La inversión antropológica ha hecho factible las tentaciones. Al fijarse en la humanidad, al sentir hambre y sed, como Nuestro Señor: la Iglesia no podía menos de quedar abierta para el asalto del mal. El ayuno y la penitencia, de nada valen si no esta la gracia de Dios operando en la humanidad de Cristo. Es un descuido que ya estaba advertido en el principio de este pasaje. Es el Espíritu de Dios el que lleva a Jesús al desierto para ser tentado. Sin ese Espíritu que mueve a Cristo nada se entiende. 

¿Acaso no es patente como desde el Concilio para acá la Iglesia ha sufrido estas tentaciones en propia carne de modo especialmente visible?

La primera tentación: la de la suficiencia material del necesitado como objetivo primario: Si eres el Hijo de Dios, di que esas piedras se conviertan en panes.

La segunda la de la inmersión en el mundo sin miedo ni temor alguno: échate de aquí abajo, pues está escrito: Que te ha encomendado a sus Ángeles, los cuales te tomaran en las palmas de sus manos para que tu pie no tropiece contra alguna piedra. 

Y el asalto definitivo está en le tercera tentación que es la del poder mundano:  mostróle todos los reinos del mundo y la gloria de ellos. Y le dijo: todas estas cosas te daré si, postrándote delante de mí, me adoras.

¿Que decía el Catecismo?

Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el "misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Ts 2, 4-12; 1Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22).

Estamos ni más ni menos que en la tercera tentación hecha carne en la vida de la Iglesia. Ya no es la vida personal de cada cristiano en cuanto se nutre del Cristo humano que es tentado para impetrar la gracia que es lo único que puede liberarnos del pecado y la tentación. Estamos en un plano superior y mesiánico que en los tiempos finales refiere directamente a la venida de Nuestro Señor y al Juicio Final.

Cuando la Iglesia ha pedido que se ponga un gobierno mundial financiero, ha dado comienzo público al final de esta tercera tentación donde se mostrará la impotura religiosa suprema, preparada ya en las otras dos.  Nuestro único anhelo a partir de ahora es pedir que se nos conserve en la fe mientras gritamos: ¡Ven Señor Jesús! La tremenda coincidencia de estos momentos con los momentos de las llamadas profecías de San Malaquías no deja de ser asombrosa y objeto de pía y sapiencial consideración mientras los sabios del mundo se dedican a altas disquisiciones de todo tipo y considerarán todo esto cuentos de viejas.

M.D.


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