la luz, y que en la India y en España
hubo eclipse lo mismo que en Judea.
Dicen que apareció por primera vez en el siglo VI de la mano del III Concilio de Toledo, se abrió a la madurez en el siglo XV y XVI con el descubrimiento del Nuevo Mundo y desapareció en los siglos XIX-XX entre grandes aclamaciones de que estaba más viva que nunca. Hoy, en pleno siglo XXI anda totalmente desaparecida aunque muy festejada. ¿La ha visto alguien? Si la ven me avisan, gracias.
¿Me diréis que hay otros hombres y otras ideas que pueden servir de base a la hispanidad y amasar los pueblos de la raza en una gran unidad para la defensa y la conquista? ¿Cuáles? ¿La democracia? Ved que en la vieja Europa sólo asoman, sobre el mar que ha sepultado las democracias, las altas cumbres de las dictaduras. ¿El socialismo? Ha degenerado en una burguesía a lo Sardanápalo, porque será siempre una triste verdad que humanum paucis vivit genus: son los vivos los que medran cuando no estorba Dios en las conciencias. ¿El estatismo? Pulveriza a los pueblos bajo el rodaje de la burocracia sin alma. ¿El laicismo? Nadie es capaz de fundar un pueblo sin Dios; menos una alianza de pueblos. ¿La hoz y el martillo del comunismo? Ahí está la Rusia soviética.
Catolicismo, que es el denominador común de los pueblos de raza latina: romanismo, papismo, que es la forma concreta, por derecho divino e histórico, del catolicismo, y que el positivista Comte consideraba como la fuerza única capaz de unificar los pueblos dispersos de Europa. Una confederación de naciones, ya que no en el plano político, porque no están los tiempos para ello, de todas las fuerzas vivas de la raza para hacer prevalecer los derechos de Jesucristo en todos los órdenes sobre las naciones que constituyen la hispanidad. Defensa del pensamiento de Jesucristo, que es nuestro dogma, contra todo ataque, venga en nombre de la razón o de otra religión. Difusión del pensamiento de Jesucristo, del viejo y del nuevo, si así podemos hablar, de las verdades cristalizadas ya en siglos pasados y de la verdad nueva que dictan los oráculos de la Iglesia a medida que el nuevo vivir crea nuevos problemas de orden doctrinal y moral. La misma moral, la moral católica, que ha formado los pueblos más perfectos y más grandes de la historia; porque las naciones lo son, ha dicho Le Play, a medida que se cumplen los preceptos del Decálogo. Los derechos y prestigio de la Iglesia, el amor profundo a la Iglesia y a su cabeza visible, el papa, signo de catolicidad verdadera, porque la Iglesia es el único baluarte en que hallarán refugio y defensa los verdaderos derechos del hombre y de la sociedad. El matrimonio, la familia, la autoridad, la escuela, la propiedad, la misma libertad, no tienen hoy más garantía que la del catolicismo, porque sólo él tiene la luz, la ley y la gracia, triple fuerza divina capaz de conservar las esencias de estas profundas cosas humanas.
(Apología de la Hispanidad del cardenal Gomá. De las conferencias dadas en Buenos Aires en 1934.)
M.D.
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