domingo, 22 de enero de 2012

¿Que dijo el Papa a los miembros de las Comunidades Neocatecumenales?

Cierto es que, cual la forma no se pliega
a menudo a la idea del artista,
pues la materia es sorda a responderle,
así de este camino se separa
a veces la criatura, porque puede
torcer, así impulsada, hacia otra parte;


Aquí tienen la traducción al español del discurso del Santo Padre a los neocatecumenales el pasado día 20, he espeado un poco a ver si salía, pero como no ha sido así la he traducido yo mismo:


Queridos hermanos y hermanas
Este año tengo también la alegría de poderme encontrar y compartir con vosotros este momento de envío a la misión. Un saludo especial a Kiko Argüello, Carmen Hernández y el Padre Mario Pezzi, y un saludo afectuoso a todos vosotros: sacerdotes, seminaristas, familias, educadores y miembros del Camino Neocatecumenal. Vuestra presencia hoy es un testimonio visible de vuestro gozoso empeño de vivir la fe, en comunión con toda la Iglesia y con el Sucesor de Pedro, y de ser valientes anunciadores del Evangelio.

En el pasaje que hemos escuchado de san Mateo, los apóstoles reciben un mandato claro de Jesús: “Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones” ( Mt 28, 19). Al principio dudaban en su corazón, aún había incertidumbre, el estupor ante el evento de la resurrección. Y es el mismo Jesús, el Resucitado –anota el evangelista – quien se acerca a ellos, les hace sentir su presencia, los envía a enseñar todo lo que les ha comunicado, dándoles una certeza que acompaña a todo el que anuncia a Cristo: “Y he aquí, Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo “( Mt 28, 20). Son palabras que resuenan fuerte en vuestro corazón. Habeis cantado Resurrexit , que expresa la fe en el que vive, en aquel que en un supremo acto de amor ha vencido el pecado y la muerte y nos ha dado, a nosotros, el calor del amor de Dios, la esperanza de ser salvados, un futuro de eternidad.

En estas décadas de la vida del Camino uno de vuestros firmes propósitos ha sido el de proclamar a Cristo resucitado, responder con generosidad a sus palabras, abandonando a menudo seguridades personales y materiales, incluso dejando sus propios países afrontando situaciones nuevas y no siempre fáciles. Llevar a Cristo a los seres humanos y los seres humanos a Cristo: esto es lo que da vida a toda obra evangelizadora. Vosotros lo hacéis mediante un camino que ayuda a redescubrir, a los que ya han recibido el bautismo, la belleza de la vida de la fe, la alegría de ser cristianos. El “seguimiento de Cristo” requiere la aventura personal de buscarlo, de caminar con Él, pero siempre implica el salir de la clausura del "yo" rompiendo el individualismo, que a menudo caracteriza a la sociedad de nuestro tiempo, para sustituir el egoísmo con la comunidad del hombre nuevo en Cristo Jesús. Y esto sucede en una profunda relación personal con Él, al escuchar su palabra, al recorrer el camino que ha señalado, pero también sucede de forma inseparable al creer con su Iglesia, con los santos, en los que se da a conocer una y otra vez el verdadero rostro de la Esposa de Cristo.

Sabemos que es un compromiso no siempre fácil. A veces estáis presente en lugares donde hay necesidad de un primer anuncio del Evangelio; sin embargo, y a menudo, la "missio ad gentes" se lleva a cabo en regiones que, a pesar de haber conocido a Cristo, se han vuelto indiferentes a la fe: el secularismo ha eclipsado el sentido de Dios y oscurecido los valores cristianos. En este caso, vuestro compromiso y testimonio es como la levadura que, con paciencia, respetando los tiempos, con "sensus Ecclesiae", hace crecer toda la masa. La Iglesia ha reconocido en el camino un don especial que el Espíritu Santo ha dado a nuestro tiempo; la aprobación de los Estatutos y del "Directorio Catequético" son una señal. Os animo a ofrecer vuestra contribución original a la causa del Evangelio. En vuestra valiosa obra, buscad siempre una profunda comunión con la Sede Apostólica y con los pastores de las Iglesias particulares a las que pertenecéis: la unidad y la armonía del cuerpo de la Iglesia son un testimonio importante de Cristo y su Evangelio en el mundo en que vivimos.
Queridas familias, la Iglesia os da las gracias, os necesita para la nueva evangelización. La familia es una célula importante para la comunidad de la iglesia, donde se forma la vida humana y cristiana. Con gran alegría veo a vuestros hijos, tantos niños que os miran a vosotros, queridos padres, a vuestro ejemplo. Un centenar de familias se están partiendo para 12 misiones "ad gentes". Os pido que no tengais miedo: el que lleva el Evangelio no está nunca solo. Saludo con afecto a los sacerdotes y seminaristas: amar a Cristo y a la Iglesia, comunicad la alegría de haberle encontrado y la belleza de haberle dado todo. Saludo también a los viajeros, a los responsables y a todas las comunidades del Camino. ¡Continuad siendo generosos con el Señor y  no os faltará su consuelo!

Hace poco os han leído el decreto con que se aprueban las celebraciones presentes en el "Directorio Catequético del Camino Neocatecumenal", que no son estrictamente litúrgicas, pero forman parte del itinerario de crecimiento en la fe. Es otro elemento que os demuestra cómo os acompaña la Iglesia, con atención y paciente discernimiento, que comprende vuestra riqueza, pero se preocupa también por la comunión y la armonía de todo el 'Corpus Ecclesiae'.
 Esto me da la oportunidad de un breve pensamiento sobre el valor de la Liturgia. El Concilio Vaticano II la define como la obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo que es la Iglesia (cf. Sacrosanctum Concilium 7). A primera vista esto puede parecer extraño, porque parece que la obra de Cristo designa las acciones redentoras históricas de Jesús, su Pasión, Muerte y Resurrección. ¿En qué sentido entonces es la liturgia obra de Cristo? La Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús no son sólo los acontecimientos históricos; alcanzan y penetran la historia, pero la trascienden y permanecen siempre presentes en el corazón de Cristo. En la acción litúrgica de la Iglesia está la presencia activa de Cristo Resucitado que hace presente y de un modo eficaz para nosotros hoy el mismo Misterio pascual, para nuestra salvación; nos atrae en este acto de entrega de Sí, que siempre está presente en su corazón, y nos hace participar en esta presencia del misterio pascual.. Esta obra del Señor Jesús, que es el verdadero contenido de la liturgia, el entrar en la presencia del misterio pascual, es también la obra de la Iglesia, que, siendo su cuerpo, es un único sujeto con Cristo -Christus totus caput et corpus- dice San Agustín. En la celebración de los sacramentos, Cristo nos sumerge en el misterio pascual, para que podamos pasar de la muerte a la vida, del pecado a la existencia nueva en Cristo.
Esto vale de modo muy especial para la celebración de la Eucaristía que, siendo el culmen de la vida cristiana, es también el punto de apoyo de su redescubrimiento, al cual tiende el neocatecumenado. Como dicen vuestros Estatutos, “La Eucaristía es esencial al Neocatecumenado, en cuanto catecumenado postbautismal, vivido en pequeña comunidad” (artículo 13 § 1). Sólo con el fin de facilitar el acercamiento a la riqueza de la vida sacramental de las personas que se han alejado de la Iglesia, o que no han recibido una formación adecuada, pueden los neocatecumales celebrar la Eucaristía dominical en la pequeña comunidad, después de las primeras vísperas del domingo, de acuerdo con las disposiciones del obispo diocesano (cf. Estatutos , art. 13 § 2). Sin embargo, toda celebración eucarística es una acción de la del único Cristo junto con su única Iglesia y por ello está esencialmente abierta a todos aquellos que pertenecen a esta Iglesia suya. Este carácter público de la Sagrada Eucaristía se expresa en el hecho de que cada celebración de la Santa Misa está dirigida en última instancia por el Obispo como miembro del Colegio Episcopal, responsable de una iglesia local determinada (cf. Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución dogmática. Lumen gentium 26). La celebración en las pequeñas comunidades, regulada por los Libros litúrgicos, que se deben seguir fielmente, y con las particularidades aprobadas en los Estatutos del Camino, tiene la función de ayudar a cuantos recorren el itinerario neocatecumenal a percibir la gracia de estar incorporados al misterio salvífico de Cristo, que hace posible un testimonio cristiano capaz también de asumir los rasgos de la radicalidad. Al mismo tiempo, la progresiva maduración de la fe de cada persona y de la pequeña comunidad debe favorecer su incorporación en la vida de la gran comunidad eclesial, que encuentra su forma ordinaria en la celebración litúrgica de la parroquia, en la cual y por la cual actúa el Neocatecumenado (cf. Estatutos Art. 6). También durante el camino es importante no separarse de la comunidad parroquial, precisamente en la celebración de la Eucaristía, que es el verdadero lugar de la unidad de todos, donde el Señor nos abraza en los diversos estados de nuestra madurez espiritual y nos une en el único pan que nos hace un único cuerpo (cfr 1 Cor 10, 16s)
¡Ánimo! El Señor no deja de acompañaros y también os aseguro yo mis oraciones y os doy las gracias por tantos signos de cercanía. También os pido que me recordeis en vuestras oraciones. La Santa Virgen María os asista con su mirada maternal y sostenga mi bendición apostólica, que extiendo a todos los miembros del Camino. ¡Gracias!

Bien, este es el texto completo y ustedes mismos pueden apreciar sin la dificultad del idioma o el resumen de un periodista con una línea editorial determinada lo que el Papa ha dicho a los Neocatecumenales.

De 1.526 palabras, 694 palabras (mucho más de la tercera parte y casi la mitad:  un 45,5 %) del discurso se ha dedicado a recordarles cosas de las que normalmente adolecen los neocatecumenales. 383 de estas palabras han sido dedicadas a recordarles lo que es y como debe celebrase la Eucaristía.

Se les ha recordado lo que es la liturgia de la Iglesia como acción de Cristo en el Christus Totus y a repasar lo que es la Eucaristía, empezando porque las celebraciones aprobadas no son estrictamente litúrgicas. Les ha recordado la centralidad parroquial de la misma liturgia en la Eucaristía dominical y su importancia y que no existen Misas privadas de grupo alguno en la parroquia. El neocatecumenal sólo puede celebrar la Misa en la pequeña comunidad en orden a facilitar la incorporación a la gran comunidad eclesial que se vive en la parroquia. Les ha recordado como es el obispo el que dirige toda eucaristía y es el que dispone como debe hacerse. Que han de seguirse fielmente los libros litúrgicos y eso es tener los rasgos radicalidad del testimonio cristiano (esto ha sido ocultadísimo y supone una alabanza para aquellos que se precian de servir a la liturgia de la Iglesia tal como la Iglesia la ha estipulado en su ley y rúbrica). Les ha dado un repaso, en definitiva, a temas esenciales de la eclesiología en la sujección de regimen al Obispo Diocesano con la Lumen Gentium en la mano y les ha repasado sus estatutos aprobados en 2008 sobre todo en el artículo 13, que trata de la Eucaristía y recoge todas estas cosas que parece ser que necesitaban serles recordadas.

En fin, ustedes pueden leerlo, porque como he dicho, no hace falta línea editorial alguna para entender lo que el Papa ha querido decir aquí y ha considerado muy importante decir, aparte de las acostumbradas alabanzas en un acto de este tipo a personas que en principio, quieren servir a la Iglesia con fidelidad.

Espero que algunos católicos aprendan a apreciar y valorar lo que dice el Santo Padre al viejo estilo de la Iglesia donde cada palabra cuenta un mundo y una orden se daba con delicadeza y caridad. Veremos si hay obediencia y ganas de servir o el mero Bene! Bene! Tutti va bene! propio de los aduladores de Palacio.

M.D.

5 comentarios:

Eagleheart dijo...

Como dicen por ahí: zaz, en toda la boca.

¡A ser radicales!

Salu2. Paz y Bien.

Genjo dijo...

Gracias, Miles. ¡Clarísimo!

David dijo...

Buenas Miles.

Me surgen unas dudas referente a lo que se puede o no hacer en la Santa Misa con los neocatecumenales:

1. El sacerdote da la comunión a los fieles en su sitio. ¿Se puede recibir en la boca? Si se recibe en la mano, ¿se toma inmediatamente o se espera para tomarlas todos a la vez?

2. ¿Se puede modificar el lugar de la celebración?

Un saludo y gracias.

Miles Dei dijo...

La comunión de pie en el sitio es sólamente para las dos especies y para los miembros del camino. El que no es miembro no tiene porqué recibirla de pie. Tampoco el miembro si quiere recibirla en otra de las formas aprobadas en el rito romano, por ejemplo de rodillas.

Recibir la comunión es recibir (en boca o en mano) y tragar lo que se recibe, cosa que se debe hacer inmediatamente (no se debe conservar la forma en la boca como estilan algunos sino tragarla) y si es en la mano hay que hacerlo a la vista del ministro que da la comunión antes de retirarse (o que se retire en este caso). Aunque la postura sea de pie, se debe hacer un acto de adoración al comulgar que sólo se exime si se comulga de rodillas.

Es un abuso el esperar para comulgar todos juntos con el sacerdote. De hecho, en toda Misa, el sacerdote debe comulgar bajo las dos especies antes de dar la comunión a los fieles pues en eso consiste la plenitud del signo sacramental y no en la comunión de los fieles. De eso quizás hable algo en un artículo porque hay una gran confusión entre presentar a los fieles la plenitud del signo sacramental (comulgar bajo las dos especies) y lo que es la plenitud de ese signo (que se da precisamente en la comunión bajo las dos especies del sacerdote que actúa ministerialmente en la persona de Cristo claramente diferenciado en grado y esencia del sacerdocio común de los fieles dentro de la Eucaristía)

Sobre modificar, pueden modificar lo que les permita el ordinario según las normas litúrgicas. Esto es en la práctica el párroco nombrado por el obispo, aunque también puede haber permisos especiales del obispo: por ejemplo la desgracia que hizo Kiko con las vidrieras de la Almudena.

Ai alguien sabe de otras leyes dadas, yo no las conozco.

Josefina dijo...

¡Ay, la Iglesia de la Publicidad! Pero a los Profetas no se los escucha...