Díjome: «Aquí con más de mil me encuentro;
dentro se halla el segundo Federico,
y el Cardenal, y de los otros callo.
dentro se halla el segundo Federico,
y el Cardenal, y de los otros callo.
No me gusta hablar de las movidas cardenalicias y curiales diversas. Lo considero un juego versallesco muy apto para mentes poco católicas y de talante ciertamente político más que eclesial. Yo prefiero seguir la línea de aquel San Bernardo que aconsejaba a su antiguo discípulo, elegido papa Eugenio III, que se cuidara de todos los que en palacio gritaban su nombre ¡Euge! ¡Euge!.
El genio de San Bernardo lo hacía usando del texto latino de la Vulgata donde la interjección "euge" aparece en varios sitios y se asemeja al grito del nombre del pontífice. El juego de palabras queda para este tema muy claro a la luz del versículo 25 del salmo 35: non dicant in cordibus suis euge euge animae nostrae nec dicant devoravimus eum. Les dejo a ustedes encontrar el sentido para que practiquen latín, sólo les digo que un equivalente moderno de este juego de palabras sería decir hoy en italiano Bene! Bene! Tutto va bene dirigido a nuestro pontífice actual Benedicto, cada vez más anciano y devorado por su curia en la que seguramente ya algunos van pensando en futuro, mientras otros ven su último presente.
Otra cosa, hablando de pérdidas. Se ve que en el siglo XII, San Bernardo ya previó los problemas de las alabanzas multitudinarias al Pontífice para perderlo. No sólo se puede perder a un anciano célibe con el besito cariñoso de una joven monja, algo difícil pero plausible, sino con la ilusión de ser un gran pescador de hombres que atrae a las multitudes a la fe y lleva a la Iglesia a un nuevo estado de superación. Esto si es mucho más factible. Anécdota similar tenemos de San Juan Bosco con Pio IX. El Juanpablismo hace caso omiso de esto y mucho menos la JMJización de la Iglesia, que en ciertos aspectos me llega a recordar esa maravilla de la propaganda titulada "El triunfo de la voluntad". Tan similar es que hoy día se podría repetir dicha película toma a toma con escenas tomadas de la JMJ. De no mediar el plano sacramental, cualquiera diría que estamos ante otro triunfo de la voluntad que en este caso se ha impuesto a la primacía de la gracia. Decir que uno ha puesto lo mejor de su voluntad y que luego la gracia lo fructifica es herejía semipelagiana, así que dejo también a ustedes el meditar sobre lo que en realidad distingue al católico del mundo que muestra su "voluntad de poder" como triunfo. Ya les di una pista con el plano sacramental que enmarca la economía de salvación.
No es de esto de lo que quiero hablar y me voy de tema. Me centro. Quiero hablar, a pesar de que no me gusta, de la movida que hay en la CDF (según la costumbre hodierna de nombrar todo por sus siglas y que tan bien dejara registrada Dámaso Alonso en su poema al siglo de las siglas. Bien, parece que en la Congregación para la Doctrina de la Fe se barajan cambios en toda la línea: el prefecto y el secretario. Recién está el nombramiento de un insigne tomista dominico como consultor de dicha congregación Serge-Thomas Bonino. Ahora tenemos la movida de los cambios, desde la esperpéntica que nos anuncia Rorate Coeli a los que se rumorean sobre el cansancio del cardenal Levada y quien van a ser su sucesor. La movida huele porque se ha notado en la chapuza de la nota pastoral. ¿A quien se le ocurre anunciar una nota pastoral de dicha congregación (lo de la nota en sí es inusual, aunque no fuera de cometido) y sacar tres días antes de la publicación de la misma un resumen a modo de comunicado sobre la nota? De la confesión oficial de Lombardi de que toda comunicación oficial en la curia es una pura chapuza no digo nada porque por sí misma dice todo de todo.
Algo no marcha coordinado, digan lo que digan. Hay cierto desconcierto y descordinación en las alturas de la curia y eso produce mayor desconcierto y seguramente tibieza en su trabajo en los funcionarios de la misma. Al lado de todo la documentación que, en lugar de la respuesta que esperaban, mandó la FSSPX (perdonen por otra sigla) a dicha congregación justo antes de estas movidas. ¿Tendrá que ver algo? No lo se, pero seguro que nadie en este mundo del posconcilio y en pleno año de la fe, estará a gusto de cerrar "la mayor gracia para la Iglesia Católica en estos tiempos" con el maravilloso fruto de un cisma con el que parte de los católicos no estaría de acuerdo porque no los ven cismáticos o al menos no tanto como se ve a otra gran parte de los católicos. Pero quien sabe, igual ese es el precio de una tiara en medio de tanto desconcierto. Bueno, no me gusta hablar del tema, pero ya he hablado. A ver que sorpresas nos depara el año de la fe. Año que debe ser de la fides qua y de la fides quae y no sólo de una cara de la moneda. En medio, delicados viajes del Papa en un mundo donde cada vez hay más odio a Cristo.
M.D.
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