lunes, 7 de mayo de 2012

De rodillas ante Dios.

Me había arrodillado y quise hablarle;
mas cuanto comencé, y él se dio cuenta,
de mi respeto, sólo al escucharle

¿Por qué te inclinas ---dijo- de ese modo?
y le dije: Por vuestra dignidad
estar de pie me impide mi conciencia.
 
¡Endereza las piernas y levanta,
hermano! -respondió--, no te equivoques:
de un poder mismo todos somos siervos.


Increible la confusión que destilan estas palabras del Cardenal Mauro Piacenza en una entrevista en Radio Vaticana:

bisogna riscoprire i testi del Concilio, bisogna riscoprire le parole stesse del Concilio, perché quelle sono da leggersi in ginocchio!.... perché è un evento di Spirito Santo.

se debe redescubrir los textos del Concilio, se deben redescubrir las palabras mismas del Concilio, ¡porque están para ser leídas de rodillas!.... porque es un acontecimiento del Espíritu Santo.

La confusión es patente entre el dogma de la inspiración y la asistencia magisterial, de modo que se hace de un concilio y sus deliberaciones y resoluciones algo similar al texto sagrado inspirado por el Espíritu Santo. Al final se le acaba dando un carácter de inerrancia y santidad que no posee en absoluto. Lo peor, aún, se le coloca en un estatus de santidad tal que impide toda labor crítica sobre lo que verdaderamente ha sucedido en ese acontecimiento según es la labor del teólogo que quiere servir fielmente a la Iglesia y a su magisterio (Cfr. nº24 de la Intrucción sobre la vocación eclesial del teólogo). 

En definitiva, estamos ante un rasgo acusado y propio del idealismo magisterialista que tiende a cambiar el centro de Dios, ante quien hay que doblar la rodilla, a los hombres con autoridad; a aquellos hombres que hablan en nombre de Dios, que aunque asistidos, no dejan de ser hombres que están referidos a algo superior que los ha creado y no son creadores con su verbo humano. Es el eterno dilema de la esencia del magisterio y de la asistencia magisterial y la obediencia debida.




Ad hominem es fácil desmontar este idealismo: ¿Fue el concilio cadavérico -un sínodo local con toda la autoridad del Papa convocante y firmante- un evento del Espíritu Santo o lo fue el que lo desautorizó? ¿Lo fue acaso el tercero que volvió a autorizar lo desautorizado? Cada sínodo con un Papa al frente quitando la razón al anterior... Eventos del Espíritu Santo todos suponemos y cuyos textos hay que recibir de rodillas.
 
El ad hominem, que no lo es tanto, es para pensar sobre el asunto y como la asistencia magisterial no supone necesariamente ni santidad ni inerrancia en sus enseñanzas y dictámenes. Infalibilidad es otra cosa, que hace referencia a la asistencia para no enseñar el error en materia de fe o moral. En temas prudenciales puede haber carencias que deben ser discernidas y si algo hay en abundancia en los textos del Concilio Vaticano II son afirmaciones prudenciales.  
En definitiva, la prudencia aconseja no tomarse estas palabras al pie de la letra y además discernir sobre la confusión a la que nos llevan sobre todo en bien del mismo texto conciliar que acabaría malinterpretado.

M.D.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Quiás el ad hominem más sencillo es preguntarle a su eminencia si lee la Biblia de rodillas.