sábado, 31 de diciembre de 2011

La desgracia de no saber latín (I)

Mas sigue con la vista mientras yo
te voy hablando, y mira los patricios
de este imperio justísimo y piadoso.

La colegialidad no es nada nuevo esto, me dirán ustedes. Desde la colegialidad proclamada en el Concilio Vaticano II tenemos la cadencia continua de que esta se dispara a todos los niveles olvidando el sentido latino de la palabra collegium que no es tanto el de un conjunto de iguales sino el de un conjunto unido en base a una ley que le da consistencia. Del colegio de arquitectos al colegio de monjas incluso parecería una noción tradicional cuando se insiste en ella ignorando distinciones. No es tan tradicional cuando con ello se da a entender una especie de legalidad, igualdad y fraternidad aplicada a la sociedad privada.

Tradicional es que en la Iglesia se hayan aplicado nociones que tienden a mantener la institución jerárquica de la misma y que eran usualmente tomadas de la cultura romana en la que se desarrolló. Una de las más hermosas es la de princeps y uno de las más populares pontifex. Si el título de Sumo Pontífice se aplicó al Papa como forma de afirmar su potestad espiritual sobre el poder temporal (no sin una larga discusión sobre el origen pagano del mismo y con algunas oposiciones) a los cardenales se les aplica por excelencia el título de "Principes de la Iglesia", aunque no sólo es de ellos este título, como tampoco es exclusivamente del Papa el de "pontífice". Todo obispo es pontífice para su diócesis y de ahí que la Misa propia del obispo se llame Pontifical, pero para distinguir la función vital del obispo de Roma se llama a este "Sumo Pontífice".
 
Usualmente se entiende por príncipe al herdero de un rey. Pero no es ese el sentido latino de la palabra, que siempre fue el de alguien de peso y que dentro de un cargo era el título dado al superior. Así tenemos que al Papa se le llama muchas veces "Princeps Ecclesiae" o también "Princeps Apostolorum". San Miguel Arcángel también es tradicionalmente designado "Princeps Ecclesiae", aparte de su tradicional cargo de Jefe de los Ejércitos Celestiales, aunque creo que aquí el título de Principe recuerda más al latino que se aplica a los rangos superiores o los jefes dentro de la oficialidad de los Ejércitos y sería una especie de alusión por oficio al "Exercitum Ecclesiae princeps". En este sentido latino de persona principal los cardenales son designados "Principes de la Iglesia". Son las personas de mayor peso dentro de la Iglesia y normalmente las que se designan para dirigir los diversos dicasterios de la Santa Sede, aunque tal rango no es esencial a la misión de la Iglesia como sí lo es el de obispo. Es pues parte de la articulación histórica de la Iglesia, como lo son términos territoriales como Diócesis y Parroquia.

Que el título de príncipe no es el de heredero se comprueba fácilmente porque aunque es usual el que un cardenal sea el elegido papa en un cónclave, esto no tiene porqué ser así. La única condición para ser electo papa es estar bautizado y ser susceptible de ser ordenado obispo (de hecho no tiene ni que estar ordenado de orden alguno a la hora de ser elegido. como ha sido algún caso).

Que el título de príncipe no es un concepto político sino organizativo o funcional dentro de una sociedad jerarquizada se muestra facilmente por todo lo dicho. Dicho título se subyuga siempre a la institución jerárquica de la Iglesia que se basa en el orden sagrado, como consta por su origen histórico que era el título dado en la Iglesia a los clérigos de la ciudad de Roma por su cercanía al Papa.

Entramos ahora en uno de los términos más complicados de entender para la mente moderna: el de senatus. El senado latino no era para nada lo que hoy día entendemos democráticamente como senado o cámara legislativa superior elegida por sufragio universal, sino que su sentido originario era el de una institución de consulta y ayuda para la monarquía. Obviamente los constituyentes del senado serían personas principales o príncipes de entre el pueblo, dotándolo así de un carácter aristocrático que hoy en día permanece oculto entre las bambalinas de lo que llamamos "la casta política" que es la nueva aristocracia comprada, según algunos, al servicio de una aristocracia de sangre judía de orden superior. La evolución del senado romano durante la república y su reducción a través de los edictos imperiales que adquirieron poder propio por encima del senado no es sino la muestra de algo que se había salido de madre, por decirlo así. Un poder consultivo y ambicioso de personas principales, cuya fama normalmente venía acreditada en principio por el servicio militar para la Patria, pues en Roma el auténtico poder era el que contaba con el beneplácito del Ejército como consta por la guerra civil entre César y Pompeyo y la posterior sujección del Senado al Imperator. La usurpación por determinadas familias de este cargo senatorial no hace sino confirmarnos que era un elemento aristocrático y darnos una idea de la ambición que se movía en Roma entre la oligocracia por un lado y el poder militar habilmente aprovechado por un general estrella por el otro.

Ahora tras todo lo dicho, a cuadros se me quedó el concepto cuando he visto que a los cardenales se les llama "Senadores de la Iglesia" en un mundo donde la palabra senatus ha perdido igual que en príncipe (que ya sólo queda para los cuentos de hadas), su sentido latino para pasar a ser un mero elemento democrático nada jerarquizado y donde se puede acabar malentendiendo la misma idea de la constitución jerárquica de la Iglesia. De hecho ese tender a recuperar el término "senadores de la Iglesia" frente al de príncipes nos da idea de que no se sabe mucho latín. No digo nada si se sigue utlizando sin especificar y sin saber latín, el término tradicional de "senado de la diócesis" al presbiterio de cada obispo. El olvido del latín y de las instituciones romanas a este respecto nos puede deparar la sorpresa de encontrarnos con una Iglesia totalmente distinta a aquella que acogió el significado cultural que dichas palabras tenían en el Imperio y que jamás pensó en usarlas con el sentido moderno que se le da hoy en día.

Un propósito para el año nuevo: aprender latín.


M.D.

5 comentarios:

Genjo dijo...

Con el propósito totalmente de acuerdo.

Anónimo dijo...

Adversus Haereses dijo:

Dios lo bendiga, Miles, y le conceda un 2012 lleno de Gracia, para recibir como sea menester los sucesos que el Señor permita para este año, que ya se presenta como "curioso"...

"¿Aprobación de la liturgia kika?
Recojo el correo privado de un lector

Y no puedo añadir, de momento, nada más:
"El próximo viernes 20 de Enero, el Papa recibirá en Roma a los fundadores del Camino Neocatecumenal, para aprobar la Liturgia de la Eucaristía de las Comunidades. He sido invitado a dicho evento, aunque aún no he podido confirmar la noticia, que considero de importancia para la vida de la Iglesia y para aparecer en su blog.
Aprovecho esta oportunidad para desearle una feliz Navidad, y que el año venidero el Señor le colme de sus bendiciones".
Tengo clarísimo que el Camino Neocatecumenal está admitido por la Iglesia. Qué es la que tiene que aprobar su liturgia. Si la aprueba... para mí Roma locuta. Ya será luego cosa mía acudir o no a esa liturgia.
Y por supuesto, aunque no me gustara esa liturgia, que no lo sé, pues sólo estuve en mi vida en una misa neocatecumenal y celebrada por un obispo, que fue dignísima, mi fidelidad a la Iglesia no disminuiría un ápice. Flaco católico sería si por eso fuera a romper con la Iglesia o pensar que el Papa era hereje. Que algunos de esos hay."

Del blog de De la Cigoña.

Saludos.

Anónimo dijo...

Miles que metodologìa recomiendas para aprender latín, que libros (si hay virtuales)?

Miles Dei dijo...

La de hincar los codos.

Lo mejor que hay en español en gramáticas es esto:

http://www.casadellibro.com/libro-nueva-gramatica-latina-3-ed/9788486093174/348044

Y para profundizar este, muy difícil de conseguir creo:

http://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=34900

Anónimo dijo...

A mi me habían recomendado Gramática Latina Goñi Macci.