jueves, 22 de diciembre de 2011

De bello civile (I)

Antes se hacía con armas la guerra;
y ahora se hace quitando a unos y a otros
el pan que a nadie niega el santo Padre.

Como se acerca Navidad y estoy ya harto de oir siempre las mismas cosas de la misma manera, osease en modo tornelliano o apolojético, voy a dar un requiebro al asunto.

Y es que la Iglesia está en guerra civil. Y para guerras civiles, una de mis favotitas: la guerra civil americana, que es de todo: de secesión; de norte contra sur; de azules y grises; de la libertad contra la esclavitud; de estados..., en fin, de todo menos de lo que habitualmente se cuenta y hay por debajo. Por eso y muchas cosas más es muy similar a lo que ocurre hoy día en la Iglesia. 
 



Empiezo por una sencilla introducción cinematográfica que nos ha de presentar como se vive esa guerra civil en el bando que ha de admirarnos y atraer nuestras simpatías tal como admiró y atrajo las simpatías del Papa (ya hablaremos de ello en otra entrega) en su día. En esta escena de la adaptación cinematográfica de la trilogía de la familia Shaara (continuada por el hijo tras el padre) el piadoso general confederado Thomas "Stonewall" Jackson explica a su desmoralizado asistente el verdadero estado de cosas por el que ha de ejecutar a los que un juicio justo declare como desertores. En el fondo le explica el estado de cosas de la misma guerra, que ni es un juego de poder ni algo en lo que se juegan una mera inversión de dinero, prestigio o posición ideológica, sino un acto  vital. O sea, lo que Santo Tomás llamaba una posición en la "verdad de la vida" en la que se juegan todo y de la que no se podrán recuperar si pierden. Ello lleva a la "verdad de la justicia". Salvador de Madariaga, en un estudio sobre la guerra de secesión americana quedaba intrigado y se preguntaba porqué el sur no lo había intentado más veces a lo largo de la historia como otros grupos en otras otras zonas geopolíticas europeas. No había entendido nada de lo que era el Sur y su posición vital, que para nada era un mero nacionalismo.

Pues eso mismo, La posición vital de uno de los bandos en la Iglesia no puede pasar por un acuerdo de medias tintas donde se puede obtener siempre provecho aunque se pierda pie en los órganos de poder, sino por la clarificación de los principios en liza en orden a un fin no meramente material que lleve a todos el pan cotidiano de la salud eterna que a nadie puede negar el Santo Padre. Si no se parte de esos presupuestos que deben dirigire el intelecto y la voluntad pues mejor callar antes que caer en la distorsión tornelliano propagandística de los hechos o en una fobia sistemática (un amigo ha inventado una palabra "filolefebvrismofobia") a un grupo de bautizados.

M.D.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"ni es un juego de poder ni algo en lo que se juegan una mera inversión de dinero, prestigio o posición ideológica, sino un acto vital. O sea, lo que Santo Tomás llamaba una posición en la "verdad de la vida" en la que se juegan todo y de la que no se podrán recuperar si pierden."

Exacto. Se trata precisamente de eso. Y precisamente eso es lo que no entienden los fieles afectados por el semipelagianismo de los "movimientos" en los que militan.

"Movimientos" que, como el vuelo de la mosca o el bailoteo del flan, se mueven mucho para no llegar a ninguna parte.

Movimientos que, aquejados de una perspectiva teológica desviada, se aferran desesperadamente a lo institucional, jibarizando mental y espiritualmente a sus miembros, reduciéndolos al papel de simples comparsas y abandonando al resto de fieles a su suerte en el piélago de la "modernidad".

Triste situación: tener que elegir entre el ciego fideísmo y el subjetivismo relativista.

Por eso resulta tan importante la guerra en la que nos hallamos inmersos. Porque se trata de la lucha por la verdad.

Walter E. Kurtz dijo...

Miles: Creo que le va a gustar este video.

http://www.youtube.com/watch?v=mxAO6xkimhg&feature=youtu.be

Si no sabe inglés, avíseme y, si bien no podré traducirle todo, le puedo hacer un resumen.